domingo, 13 de mayo de 2012

Capítulo XXI


En Londres siempre había ruido. Siempre, hasta en las más profundas y negras noches. No me desagradaba, pero adoraba el silencio. Y en East Leake podía conseguir silencio, adentrándome en el bosque, paseando por la escuela los fines de semana, cuando estaba vacía, o en la pequeña biblioteca de papá en el tercer piso. Incluso los domingos por las mañanas en las calles del pueblo se podía encontrar silencio, ya que todo el mundo estaba en la iglesia. Porque aquellos días necesitaba silencio y fácilmente lo encontraba.
Y pronto comenzó a llegar, despacio, la primavera; pero en mi corazón volvió a ser invierno, un invierno frío y oscuro. Las noches de las semanas siguientes a la marcha de Joe no pude dormir, porque pesadillas invadían mi mente. Sudaba gotas frías entre las calientes sábanas, y más de una vez en la misma noche me levantaba de golpe.
Joe había llamado a mediados de la semana siguiente a su marcha, y me comunicó que estaba en una base cerca de Crawley, y que su primera semana había sido muy dura. Se despidió con un “te quiero” y con la promesa de que se cuidaría. Eso fue a finales de febrero, y no fue hasta principios de Abril, cuando los pájaros comenzaban poco a cantar, cuando recibí su primera carta. Estaba sellada con el logotipo de la Royal Air Force y con mi nombre completo escrito con la hermosa caligrafía de Joe. “ A Lady Agathe Marie Perkins”.
-Joe también nos ha enviado una carta, es la primera que recibimos de él-. Había dicho el Señor Sullivan, el padre de Joe y el cartero de East Leake. Su voz sonaba realmente apagada, e intenté consolarlo.
-No se preocupe, Joe sabe cuidarse.
-Eso espero, querida. Eso espero-. Y forzó una débil sonrisa.
En la carta Joe me contaba que su oficial le había dicho que mejoraba cada día y que aspiraba a ser un gran piloto. Eso me entristeció, porque eso aumentaba más su autoestima y iba a querer volar a toda costa. Me decía que me echaba demasiado de menos, y que esperaba poder llamarme pronto, porque las líneas siempre estaban ocupadas por su general para saber las últimas horas de la guerra. Comentaba también que iba poder ir a Londres cada último jueves de cada mes, y me invitó a ir el día 24 a cenar. En parte me alegré muchísimo, pero temí por un momento que no me dejaran ir. En cada párrafo no se candaba de decirme cuánto me quería, y yo me sonrojaba mientras leía la carta. Se despedía pidiéndome que llamara yo a la base de Crawley cuando recibiera su carta, porque las llamadas entrantes eran más fáciles que ser contestadas. “Nunca olvides que estoy aquí queriéndote más que nunca”, escribió antes de dibujar su firma.
-¿Paseamos un rato en barca?- Me dijo Peter el sábado después de comer, acercándose a mi por detrás.
-Vale-. Contesté secamente.
Me ayudó a subirme a la barca. Mamá estaba en el huerto con Muriel. Papá estaba en el banco leyendo el periódico. Los niños corrían por la hierba con un balón. Hacía un día alegre y caluroso.
-Me gustan tus gafas de sol-. Dije, rompiendo el silencio. Ya estábamos en el medio del gran lago, y él fijó su vista en la otra costa de este, en el bosque donde había otro embarcadero.
-Me las envió mi padre. Son las que usan los aviadores. Me las regaló a modo de disculpa de no haber podido venir a visitarnos. No me parece justo, Agathe, yo me llevaba muy bien con mi padre, y creo que merecemos que nos venga a visitar a mis hermanos y a mí-. Dijo con tono ausente.
-Hoy ha llegado una carta de Joe.
-Ah-. Contestó con tono nostálgico.
Me puse a jugar con el agua. Él se tumbó a lo largo del asiento. No teníamos ganas de hablar.
-Papá habló con él el día que cenó aquí-. Dije.
-Supongo que le dijo cosas sobre cómo volar y cómo intentar cuidarse-. Me observó con sus ojos a través de las gafas.
-No creo.
-Olvidas que tu padre voló en la Primera.
-Pero era diferente, Peter.
-No, la supervivencia es algo igual desde que los seres humanos existen.
-Tengo miedo.
-No lo tengas. Joe puede valerse de sí mismo.
-Quizás...
-Creo que no deberíamos ponernos así. Tan tristes, digo-. Dijo Peter.
-Es verdad. Por cierto, mamá le ha hecho una tarta a Ian Perth.
-¿A Ian?- Preguntó extrañado.
-Sí, dice que en la base no les dan comida de verdad. Además, quiere quedar bien con su familia.
-¿Se la vas a llevar?
-Sí, supongo, necesito que me de el aire. ¿Quieres venir?
-No, voy a ir al pueblo. Quiero ofrecerme voluntario para ocupar el puesto de Joe en el museo. Podemos bajar juntos hasta el pueblo y después coges el camino hacia la base.
-Vale. Gracias, Peter.
Y volvimos a la orilla. Me cambié y me puse un vestido rosa de media manga y unos zapatos negros. Me recogí mi pelo liso en una coleta.
-¿Estás lista?- Me dijo Peter después de que yo me reuniera con él en el porche tras coger la tarta.
-Sí, vamos.
-Trae, yo te llevo la tarta. Vas demasiado bonita para que te manches.
Me sonrojé y no puse ninguna objeción al ofrecimiento de Peter.
Diez enormes hangares y dos edificios constituían la enorme base aérea. Desconocía que aquel lugar fuera tan grande. Como no sabía adónde dirigirme, me acerqué a un piloto que pasaba por allí.
-Perdona, ¿sabes donde se encuentra Ian Perth?- Pregunté, y él pareció extrañarse al ver a una mujer allí. Aún así, me sonrió.
-Está en el hangar cuatro, señorita. Espero que lo encuentre, pues el cuatro es el más grande de los hangares-. Contestó cordialmente.
-Muchas gracias-. Los otros pilotos que iban de un hangar a otro se quedaban mirando hacia mí, y tenía vergüenza ante todos esos jóvenes.
-De nada...
-Lady Agathe Perkins-. Completé.
-De nada, Lady Perkins-. Y me dedicó otra sonrisa.- El capitán Hallselt siempre a su servicio-. Me pareció realmente joven para ser capitán, por lo que supuse que debía de ser muy bueno.
Tuve que andar un buen trecho, y pasaba delante de los hangares abiertos y los pilotos paraban de hacer sus tareas para observarme. Escuché alguna que otra memez por parte de algún salido y simplemente o ignoré. Llegué al número cuatro. Estaba intentando subirse al ala de un Spitfire cuando él me vio.
-¡Agathe! ¡Cuánto tiempo sin verte!- Y esbozó una amplia sonrisa con entusiasmo.
-Sí, las cosas no van todo lo bien que desearía-. Contesté mientras él se acercaba a mí, alejándose de los compañeros con los que estaba-. Un amigo mío se ha ido también a una base aérea.
-Oh, ya veo...- Contestó con trsiteza.
-Mi madre te ha hecho esto-. Comenté entregándole la tarta, la cual él miró mientras la boca se le hacía agua.
-¡Muchas gracias! Tiene muy buena pinta. La verdad es que aquí no nos dan la comida tan rica como la de casa-. Y me reí al escucharlo, porque fue lo que dijo mi madre.
-Me alegro de que te guste-. Dije sinceramente-. Y qué, ¿te gusta esto?
-Sí, es un poco duro, pero se aguanta. Además, muchas “amigas” de los compañeros vienen a visitarlos y hasta uno se ríe con las tonterías que dicen.
Pasamos el resto de la tarde hablando. Me despedí de él con un abrazo y le prometí que volvería a visitarlo. Al llegar al pueblo me encontré con Peter, que salía del museo. Me alegré al verlo.
-Me han dado el puesto de Joe-. Dijo.
-Eso es fantástico, Peter-. Contesté.
-Sí, supongo que sí. Es mejor que estar en casa sin hacer nada-. Noté la tristeza en su voz.
-Peter, vayámonos a casa y hablemos.
-Sí, será mejor-. Y me rodeó con un brazo mientras tomábamos el camino de vuelta.
-Sabes, creo que eres más alto que cuando te conocí-. Comenté, y logré sacarle una pequeña sonrisa de la comisura de sus labios.
-El día en el que te conocí seriamente fue el día más maravilloso de mi vida, Agathe.
Hizo que me sonrojara, y que no pudiera hablar más con él en el camino sobre su tristeza. Rompí el silencio antes de entrar por la puerta principal, mientras el sol se ponía en el horizonte.
-Nos vamos a Londres, Peter querido.

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No me matéis, por favor!!!!!!
Siento no haber publicado antes, pero la vagancia extrema que me invade a la hora de ponerme a escribir el matadora.
Espero que os haya gustado el capítulo y que comentéis mucho, porque ultimamente  veo que no comentáis como antes, y me pone un poco de mal humor (Siempre hay excepciones :D )
 Bueno, un beso enoooorme,

Paula* 

jueves, 3 de mayo de 2012

Ideas convertidas en tinta digital.

Hooooooooooooooooooooooola! El capítulo 21 llegará pronto, pero os tengo que dar una noticia, my lovely followers.
Veréis, ya hacia tiempo que mi mente maquinaba una nueva historia, y hasta el domingo no me vinieron fuerzas para escribirla, porque yo soy así de VAGA ,  y he creado un nuevo blog: If time is all we have.
Me gustaría que os pasárais y que si os gusta, lo siguiérais, porque me hace muuuucha ilusión este proyecto.

Sin nada más que agradecéroslo todo, me despido con un gran abrazo ^^
Besis,


Paula*




P.D: el fin de semana subo el nuevo capítulo de "Amarte a rabiar"