Ya llevabamos viviendo en aquel puebecito varios meses. La gente del pueblo era muy buena y amable con nosotros y nos acojiera de maravilla. Papá era el director y el profesor de historia en el colegio, que agrupaba primaria y secundaria.
Yo ya hiciera amigas, que eran muy majas, y Lucas tenía unos amigos que eran inseparables entre sí.
Un sábado por la mañana, cuando yo estaba jugando con Lucas, mamá estaba en la cocina con Muriel y papá estaba corrigiendo exámenes en su despacho, el cartero timbró a la puerta, como siempre. Pero ese día era especial, porque el señor Sullivan trajo en su saco una carta urgente de Londres. Papá se encerró en su despacho, y a los cinco minutos llamó a mamá. Tardaron media hora en salir y se dirigieron al salón a hablar con nosotros:
- Hijos, el gobierno está evacuanto niños y niñas de Londres al campo por culpa de la guerra y quieren que acojamos a los 3 hermanos Jones, ¿ qué os parece?- dijo papá, dejándonos estupefactos, pero aún así fué Lucas quien rompió el silencio.
- Toma! Más gente con la que jugar!- dijo el enano emocionado.
- Por mí vale, pues alguien tendrá que ocupar las habitaciones que sobren, no?- dije sarcásticamente.
- Si no queréis no tenemos porque hacerlo.- dijo mamá.
-Mamá! Hay que acojerlos! Ya escuchaste la radio. La de bombas que caen en Londres!- dije yo, que ya me estaba mosqueando un poco.
-No se hable más! Hay que ponernos manos a la obra, que llegan la semana que viene.- dijo papá.
Emocionadas, mamá y yo nos fuimos al pueblo, a comprar muebles y cosas que necesitarían los nuevos habitantes de la casa.
Fue una semana dura. Cuando volvíamos de la escuela nos poníamos a trabajar. Pintamos las paredes, colocamos los muebles, las lámparas... Todo lo que los niños necesitarían. Un día le pregunté a papá:
-Papá, ¿Conoces a los Jones?
-Sí, cariño. Son los hijos de Thomas Jones, el profesor de Latín en la misma escuela en la que yo daba clase en Londres.
-¿Y porqué no vienen él, su mujer y sus hijos juntos?
-Tom ha sido destinado a la RAF; Margaret, su mujer, es enfermera; y los niños, al cuidado de su abuela, prefieren irse de Londres. Y qué suerte que les haya tocado con nosotros!
-Papá, gracias por acogerlos.
-No hay de qué. ¿Has acabado ya los deberes?
-No. Ya voy. Buenas noches, papá.
-Buenas noches, cariño.- Me abrazó y me fui a hacer los deberes.
Al día siguiente, en el patio de la escuela, se enzarzó una conversación:
-Si es guapo me lo pido.- Dijo Molly, mi mejor amiga.
-Ya, claro, que te va a elegir a ti.- dijo Laura, una niña muy simpática.
-Chicas, calmaros, no creo que sea muy guapo, ni atlético, ni inteligente, ni todas esas chorradas que decís.- dije, calmando a la manada.- Además, no sé como podéis pensar en novios, mirad cómo está él mundo patas arriba.
-¡Pero si vas a vivir con él!- gritaron a coro todas.
-Y lo vas a tener que acompañar a todas partes mientras no se acostumbre.- dijo Lauren, la charlatana de clase.
-No lo sé, es un año mayor que nosotras. Imaginaros que lo tenga que acompañar una de vosotras. Os pelearíais por él, en cambio, yo podría soportarlo.
-¡Porque tú coqueteas con Joe! ¿Te gusta?- Dijo Fiona.
Joe era un niño un año más mayor que yo, que viniera un día a hablar con papá, y como sólo yo estaba en casa, comenzamos a hablar y nos hicimos amiguismos.
-No me gusta, sólo lo veo como un amigo y nada más.
-Agathe, no mientas, que cómo lo miras.- dijo Laura.
-¡No me gusta!- sentencié.
El siguiente sábado por la tarde, estaba en mi habitación y oí la puerta.
Llegaban papá y 3 personas. Salí al pasillo y me asomé sigilosamente a la barandilla, pues no quería que me vieran. Los observé. Había una niña pequeña, de unos 7 años, con el pelo corto de un color marrón oscuro. Sus ojos eran de color azul cielo hermosos. Llevaba puesto un vestido rosa palo sencillo, pero muy bonito.
El segundo niño tendría 10 años, llevaba el pelo corto, aunque no estaba rapado. Tenía una nariz respingona, con muchísimas pecas, que destacaban con su piel pálida, casi enfermiza. Llevaba unos pantalones marrones, con una camisa blanca y un chaleco de rombos azules. Se iba a llevar bien con mi hermano, me dio la impresión.
El tercer niño, el más mayor, si que llamó mi atención. Tenía los cabellos en melenita en color avellana, y unos ojos profundos color verde mar. Vestía unos pantalones beiges largos, llevaba una camisa azul remangada y portaba una chaqueta a sus hombros. Lo observé más que a los otros niños. Era tan guapo que hasta parecía un dios griego. ¡Qué facciones, tan dulces y tan serias a la vez! Y me vio. Me sonrojé. Y me clavó la mirada durante varios segundos más, porque me rendí. Y como una cobarde, me encerré en mi habitación.
ÖÖÖ! Seguro que entre Agathe y aquel chico va ha suceder algo... ^^
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