“-¡¿Qué?!-
exclamó Peter.
-Lo
que has oído.
-Estás
loca, Agathe.
-Considéralo
como un leve delirio mental que a veces me invade. ¿Me vas a ayudar?
Puedo hacerlo sola.
-¿Cómo
te voy a dejar sola? Nos vamos a Londres, Agathe querida”.
Aquella
fue la reacción de Peter tan pronto me escuchó decir que nos íbamos
a Londres.
Ahora
nos encontrábamos viendo la desolación que invadía la ciudad
mientras andábamos por las casi desiertas calles. Ningún barrio se
libró de las bombas, y bajo aquel cielo sin nubes parecía que todo
se había acabado, cuando sabíamos que no. Ni Peter ni yo habíamos
hablado desde que salimos de la estación de Charing Cross, no porque
no quisiéramos, sino porque nos habíamos hecho una idea ligera y
equívoca de cómo nos encontraríamos Londres en el tren. Nos había
costado sudor y lágrimas convencer a mis padres para que nos dejaran
ir, pero al final se ablandaron y finalmente cogimos el tren de las
doce hacia Charing Cross el veinticuatro de abril. Casi era la hora
de cenar cuando bajamos del tren.
-¿Hacía
dónde vamos?- Rompió el silencio Peter.
-A
mi casa, si sigue en pie-. Contesté sarcásticamente.
-Esperemos
que sí. ¡Mayfair era tan bonito!
Vivíamos
en Mayfair, pero nuestras casas estaban bastante lejos la una de la
otra. Llegamos poco a poco a la calle de mi casa. Dejé la maleta en
el suelo y comencé a correr. Corrí toda la calle como una
desesperada buscando y deseando que mi casa siguiera en pié.
Allí
estaba, alzándose majestuosamente, con la fachada de piedra con
millones de detalles tallados en ella.
-¡Sigue
aquí!- Grité al aire. Vi a Peter cargado de mis maletas y las
suyas.
No
podía dar crédito a lo que estaba viendo. Ni un rasguño. Abrí la
verja. La hierba del minúsculo jardín delantero estaba bastante
alta, subí las escaleras y de la euforia por estar otra vez en casa
casi no pude abrir la puerta. Cuando lo conseguí, entré rápidamente
en casa. Todo estaba tal y como lo habíamos dejado aunque con una
capa de polvo encima de las sábanas blancas que cubrían los muebles
y un intenso olor a cerrado.
-Me
gusta tu casa-. Oí a Peter por detrás de mí al deslizarse por la
puerta.
-Y
a mí...- Contesté.- Y a mí...
Me
ayudó a quitar todas las sábanas y a hacer la cama de mi habitación
y la de mi hermano. Desapareció unos instantes y pronto supe para
qué, pues había encendido el tocadiscos que estaba en el pasillo,
el que bajaba papá torpemente por las escaleras cuando venían
invitados a cenar a casa. Sonreí recordando viejos tiempos.
-¿Por
qué te ríes?- Me preguntó él. Subí y bajé los hombros como
contestación.- Hacía tiempo que no te veía tan feliz. ¿Es por
Sullivan?
-No,
bueno, en parte sí, supongo, pero también me alegra venir a
Londres.
Y
me extendió la mano caballerosamente y nos pusimos a bailar un swing
durante bastante rato en el que disfruté tanto que casi preferí por
instantes quedarme en casa bailando toda la noche, pero todo lo bueno
acaba, y fue él quien me dijo si parábamos de la manera más dulce
del mundo, e hizo que me sonrojara y me metiera en mi habitación
rápidamente no sin antes sonreírle desde el marco de la puerta:
-Tengo
ganas de verte con tu vestido, estarás arrebatadora, como siempre,
cielo.
Me
preparé, y me puse un vestido azul oscuro hasta los pies y unos
zapatos de tacón. Hasta me pinté los labios de rojo cuando me
maquillé. Me recogí el pelo en un moño, dejando caer un os
mechones a los lados de mi cara. el Peter también venía con
nosotros, íbamos a cenar en un restaurante con el resto de los
pilotos y después a bailar. Bajé las escaleras de madera y Peter me
esperaba en la puerta, vestido con traje y una pajarita roja. Estaba
realmente adorable.
-Estás
-comenzó a decir- realmente preciosa esta noche.- prosiguió tras
respirar profundamente.
-Gracias,
tú también. ¿Nos vamos ya?
-Vamos.
Comenzamos
a andar bajo la templada noche de Londres. Lo cogí del ganchete. En
Oxford Street encontramos el restaurante en el que Joe me había
dicho que debíamos ir. Lo pude ver en la entrada con Steve. Ambos
llevaban el uniforme formal de aviadores. Nuestros ojos se cruzaron
volátilmente como tantas otras veces. Corrí hacía él y lo abracé,
y me levantó con sus fuertes brazos, que desde que no lo había
visto estos aumentaran de tamaño, estaba mucho más fuerte.
-¡Agathe!
Te he echado tanto de menos que no me llegaba el día de hoy.
-También
te he he echado mucho de menos, Joe, me tienes que contar todo lo que
has hecho en este tiempo, te lo ruego. Además, estás muy elegante
esta noche.
Durante
la cena, donde conocí a demasiados aviadores y novias de estos,
apenas pude intercambiar palabras con Joe, Peter y Steven, pues
Elizabeth Boyle, una muchacha “amiga” de Steve, no me dejó en
paz. Joe nos contó que pronto comenzaría a volar. Me entristecí.
Las mesas del restaurante estaban cerca de la pista de baile de este
y cuando habíamos acabado de cenar, un hombre bastante trajeado se
acercó al micrófono del escenario y habló:
-Damas
y Caballeros, me place presentarles en primicia, a un rey del swing
que esta noche tocará para ustedes con su espectacular orquesta,
¡les hablo de Benny Goodman!
Y
el público comenzó a aplaudir fervientemente mientras la orquesta y
el señor Goodman se posicionaban en sus lugares. Yo estaba
entusiasmada, ya que adoraba a aquel hombre y a su orquesta.
Comenzaron a tocar y yo arrastré a Joe a la pista, y ambos
comenzamos a bailar y a mover las caderas al son de la música. La
gente invadía la pista y disfrutaba, evadiéndose de sus problemas.
Tras intercambiar bailes con Peter, Joe y algún que otro personaje
durante toda la noche, Joe me pidió marcharnos para pasear, y acepté
no sin antes preguntarle a Peter si no le importaba, y él me dijo
que no.
Comenzamos
a caminar, el cielo se había cubierto, menos la luna, que iluminaba
las calles acompañando a las farolas.
-Tengo
miedo a no volver de algún vuelo.
-Yo
más.
-Es
por el simple hecho de no volver a verte más.
-No
me digas eso, Joe, vas a volver, y vas a ser un gran hombre. Ya lo
eres ahora, pero estás tan lejos...
-Agathe,
necesito pedirte una cosa.
-Dime-.
Contesté, y lo cogí de la mano. Él me agarró ambas.
-Cásate
conmigo.
Me
quedé congelada.
-¿¡Qué!?
-Necesito
que te cases conmigo, te necesito a ti, no sé vivir si no es
contigo. Quiero tenerte todos los días de mi vida, y no sabes bien
cuánto te quiero, Agathe Perkins. Tu padre me dejo pedirte la mano
antes de irme.
Eso
me había dejado congelada, pues aquellas no eran mis expectativas.
Ni esperaba que fuera aquel tema del que mi padre y Joe hablaran
antes de que él se fuera.
-Yo...-
No sabía que decir- Joe, yo quiero ir a la universidad cuando esto
acabe, y no quiero estar atada a nadie...- Las lágrimas caían ya a
mares por mis mejillas- No sabes cuánto te quiero, Joe Sullivan, me
has pillado desprevenida y no puedo pensar con claridad. No sé si me
podrás perdonar algún día, pero si me hubieras hecho preguntado
esto en un futuro me replantearía esto, pero ahora...- titubeé-
temo que mi respuesta es no-. Y me lancé a su pecho. Él no
contestó, sabía muy bien cuando no hablar.
Y
lloramos los dos en el medio de a calle bajo la luna de londinense.
A
las dos de la mañana le di un dulce beso en la mejilla y le susurré
al oído que cuando él volviera a la base le llamaría, y le rogué
que se cuidara y que me perdonara. Mi mano seguía unida a la suya
cuando había andado dos pasos, y lentamente me solté.
Comencé
a caminar a casa, cada vez me estaba enfadando conmigo misma más
hasta que al llegar a la verja de casa tenía hasta ganas de pegarme
del enfado que tenía encima.
Suspiré.
Abrí la puerta de casa. La cerré con un portazo. Lloraba. Y en una
milésima de segundo me paré a ver a Peter en la penumbra, sentado
en las escaleras esperándome, pues las sirenas comenzaron a sonar,
como otras miles de veces en el aire de Londres.
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¡Hola! Siento la tardanza, pero a mi mis vacaciones, no me están llegando a nada, pues todas las mañanas durante Julio tengo que ir a clases de alemán (paradógico, ¿eh?), pero os prometo que voy a subir capítulo cada dos días. PALABRA DE PAULA ANTÍA. ¿Qué os ha parecido el capítulo? ¿Interesante, genial o aburrido? Me lo contáis abajo, pues estoy muy orgullosa de este capítulo en concreto, os lo juro.
Bueno, os mando un beso y un saludo enormes, comentad mucho,
Paula*
Os quiero <3