Querido Jean-Luc,
Antes de nada mis más sinceras disculpas por esta ridícula carta.
Ambos nos perjudicamos entre nosotros dos, pero la cuestión es que no sé si podré seguir viviendo con con tu recuerdo.
"You'd be always by my side..." ¿Recuerdas? Volví a escuchar esa dichosa canción el otro día. Puede que por culpa de mi masoquismo. Ese vinilo que tantas aventuras presenció. Las noches de viernes en el sofá tú y yo, viendo el gran repertorio de películas en blanco y negro del canal de cine. Los anuncios eran mi parte favorita de la velada. Con suma delicadeza, sacabas el vinilo del cartón, encendías el tocadiscos y me tendías la mano. Me agarrabas por la cintura fuertemente, para que no me cayera. Tras nuestra canción venían otras. Nunca acabábamos de ver una película, porque las horas se nos pasaban volando, bailando sobre la alfombra del salón.
"Por favor, no te vayas nunca", te rogaba.
"Jamás lo haré", me contestabas, y acto seguido me besabas con ternura.
Y todo se acabó de un día a otro.
Y verte ahora con otra me duele más que si mil cuchillas se me clavaran por todo el cuerpo.
Soy una cobarde. Siempre lo he dicho. No soy capaz de contarte a la cara que te extraño demasiado, y que todo el amor que tenía en mi cuerpo te lo dí, en cambio, ya veo que tú no pierdes el tiempo.
Debo girar la vista cuando os veo pasear por los Campos Elíseos. Ya no sé ni para que voy por allí. Supongo que siempre me quedará la tienda de Chanel. Nunca más me he puesto aquellos zapatos que tanto te gustaba verlos en mis pies. Decías que me hacían unas piernas hermosas.
¿Pero sabes qué?
Tú te lo pierdes. Ahora otro disfruta de las piernas que tanto adorabas. Esas noches de viernes cambian de plan cada semana. Una a cenar a la Place de la Concorde, otro viernes al teatro, y otro, de copas por París.
¡Oh, París! Esa ciudas que nos encandiló, que nos hizo libres. Nuestra cafetería favorita en el barrio Latino, y los desauyunos de los sábados allí.
Hay días en los que paseo por los maravillosos jasdines de Luxemburgo con él. La nostalgia me invade cuando paso por nuestro lugar especial. Él me lo nota y me pregunta qué me pasa. Yo le miento negándo que no me pasa nada.
Bueno, paro ya de escribirte, que si no me emociono y escribo mucho más. Solo te pido una cosita: no te olvides de mí, de nuestra historia de amor, donde el príncipe se convirtió en sapo y la princesa se transformó en Cenicienta.
Siempre tuya,
Florence
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Bueno, pues subo este pequeño texto que se me dió por escribir hace una semana, y que espero que os guste :D
OOOOOOOOOOOOWWW, siempre tuya!
ResponderEliminarBuafs, simplemente precioso! :)
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