martes, 3 de abril de 2012

Capítulo 20


Debía de haber estado llorando bastante rato, porque casi ya estaba vacía de lágrimas cuando Peter llegó a la azotea.
-¡Agathe!- Exclamó-¿Qué te ha pasado?- Y se acercó a mí.- ¿Te han hecho algo?- Preguntó.
Negué con la cabeza. Simplemente me dejé acariciar por el joven que estaba a mi lado.
-No llores. No pasa nada. Ya pasó-. Y en aquel momento, cuando pronunció las dos últimas palabras que siempre me decía Joe cuando yo lloraba en su pecho hizo que de mis ojos salieran más lágrimas aún, como un río-. Venga, Agathe, vayamos dentro-. Asentí.
-Lo siento, Peter. Soy muy mala persona. No debería...- Y no me dejó acabar, porque me interrumpió.
-No me pidas perdón por nada. Siempre estuviste perdonada. Siempre, Agathe. Además, la culpa es mía por no decirle a Evelyn desde el principio que no la quería. Soy un estúpido.
-Deja a Evelyn en paz. No me la recuerdes, te lo suplico-. Y entre eso, habíamos bajado a la puerta principal.
-Espera aquí, iré a por tu abrigo y le diré a tus padres que nos vamos andando. ¿O quieres que te vean con esos ojos hinchados?- Dijo.
Forcé una sonrisa.
-Ella te quiere.
-¿Quién?
-Evelyn. Evelyn Ford te quiere. Sus ojos se llenaban de brillo cuando te veía-. Contesté.
Él no dijo nada, nos limitamos a seguir andando el trecho que nos quedaba para llegar. Papá, mamá y los niños volverían mucho más tarde en coche.
Estaba muerta de sueño, por lo que al llegar a casa me metí en mi cama, y Peter me arropó.
-Buenas noches, Agathe-. Dijo dulcemente.
-Buenas noches, Peter.
La semana siguiente no me digné a ir a clase, pues mi ánimo estaba por los suelos. Papá no daba explicación a mi desgana. Mamá simplemente me preguntaba qué me pasaba, pero yo me negaba a contestarle. Los niños intentaban animarme montando espectáculos teatrales en el salón, teniendo a Peter y a mi de espectadores. Ellos lo hacían bastante bien, porque lograban que disiparan mi pena durante un rato.
Quizás fuera por mis diecisiete años y porque mis sentimientos estaban a flor de piel, pero no paraba de llorar en silencio. Tampoco paraba de darle vueltas a las duras palabras de Joe, pero las últimas que pronunció habían sido confusas. Debía devolverle su chaqueta, en aquellos momentos colgada en una percha en mi armario. Me levanté de la cama, aún con camisón, y abrí la blanca puerta por la que se accedía al armario. Me acerqué a la chaqueta y la olí. Su colonia era el causante de que mis sentidos se embobaran. Sentía a todo el Joe que conocía: inteligente, maduro, respetuoso y todo un galán.
Mis amigas me visitaban por las tardes, y me decían que Joe había dicho que si no iba a clase, que vendría él a por mí. Pero fui yo a devolverle a su casa el domingo.
La nieve estaba derretida completamente, aunque el cielo estaba gris, y las nubes se fundían las unas en las otras. Hacía frío. Yo estaba enfundada en mi abrigo marrón, pero había cuidado el más mínimo detalle en mi vestimenta. Me había puesto un vestido de lana, tricotado por mi madre, unos zapatos marrones a juego con mi abrigo y hasta me había puesto un poco de colorete. Él llevaba unos pantalones color crema y una chaqueta azul oscura por encima de su camisa con tirantes. Sus cabellos bailaban graciosamente con el aire cuando me abrió la puerta.
-Hola, Agathe-. Dijo seriamente.
-Hola, Joe-. Dije, bajando la cabeza.
Durante un par de minutos él y yo estuvimos observándonos en el porche, al frío invernal.
-Yo venía a traerte tu chaqueta-. Dije.
-Ah, no tenías por qué preocuparte. A partir de ahora voy a usar más el uniforme.- Esa última palabra caló en lo más fondo de mi ser-. Entremos. Mis padres ha ido a casa de mi tía Kitty.
Lo seguí. Nos sentamos en el sofá después de que él se ofreciera a quitarme el abrigo.
-¿Té?- Preguntó.
-Sí, muchas gracias-. Contesté.
-Vengo ahora.
Oía el ruido que hacía Joe buscando el té en la cocina. Yo observé el acogedor salón de la casa de los Sullivan. Quizás había un exceso de tapetes que la señora Sullivan había hecho, pero daba igual. Había un cuadro de un hombre mayor que pensé que era algún antepasado de Joe; una gran estantería llena de libros que el señor Sullivan cuidaba con mucho cariño, una mesa de café, una radio, dos sofás más aparte de en el que yo me había sentado, y una mesa redonda el la cual la señora Sullivan tenía fotos familiares. En la mesa de las fotos contemplé una foto de Harry, el hermano mayor de Joe. Era un joven no muy apuesto, totalmente distinto de Joe. En vez de tener los ojos azules como el mar caribe como Joe, Harry los tenía de color marrón oscuro, y su pelo era tan pelirrojo como su madre, no como Joe, que había heredado el pelo azabache de su padre.
-Harry no va al frente. Dicen en la universidad que tiene demasiado potencial para poner en peligro su vida. Estoy de acuerdo con ellos-. Comentó Joe mientras se sentaba de lado mía.
Me molestó que dijera eso de su hermano, porque me parecía injusto que Joe lo valorara más que a él mismo.
-¿Cómo puedes decir eso, Joe? ¿Acaso crees que tu no tienes potencial?-. Pregunté.
-Estoy destinado a luchar por Inglaterra, Agathe. ¿Qué quieres, que me quede aquí toda mi vida y que no vea más mundo que Nottinghamshire? Porque me niego a aceptar eso-. Contestó.
-Puedes ver todo el mundo que quieras, Joe. Y no estás destinado a servir a tu país. Si no fuera por tu obstinación con la patria, este otoño hubieras comenzado la universidad. Y si te vas, yo sí que pondría muy triste, porque ahora soy yo la que se niega a que pongas tu vida en juego.
-Volveré, Agathe. Iré a la universidad, lo prometo-. Dijo, mientras me miraba fijamente a los ojos.
-Esto no es un juego, como cualquier niño juega en la calle. Estamos en guerra, Joe, y la vida de todos los hombres que están defendiendo Gran Bretaña arriesgan sus vidas todos los días. Algunos se salvan, pero otros no viven para contarlo. ¿Quieres que este país se quede lleno de viudas de guerra?
-Yo quiero volver cuando esto acabe, pero necesito más que la monótona vida que East Leake ofrece.
-Vete. Pero no a la guerra. Puedes irte a vivir a Londres, y que te caiga una bomba encima, o que duermas con el temor a que por la noche destrocen tu casa y que no te despiertes por la mañana. ¿Quieres eso? Adrenalina nocturna. Y después sales de los refugios en las estaciones de metro y corres al Speakers' Corner y gritas lo que tu quieras-. Le dije.
-Agathe, no sabes lo duro que es dejarte aquí, de verdad-. Dijo con tono suplicante.
-Por mí no te preocupes, estaré muriéndome aquí, con el corazón hecho un puño, y la conciencia intranquila pensando en qué puedes estar haciendo en cada segundo del día, pero tú estarás pasándotelo genial derribando aviones en el cielo. Por lo menos pide que te manden a hacer las prácticas con el escuadrón de Ian. Aquí, cerca.
-Sé que voy a ver muchas penas en la batalla, pero debo ser fuerte.
-Sobre todo eso, Joe, no puedes permitir que el miedo te domine-. En aquellos momentos ya había comenzado a comprender que Joe me iba a dejar en aquel triste lugar.
-Escucha, lo siento por lo del otro día.
-Oh, lo siento yo más, no debí de darte un en la mejilla-. Y le acaricié donde días atrás le había dado.
-La culpa es mía, me puse celoso.
-Olvidémoslo, ¿sí?- Le dije cariñosamente.
Y me abrazó.
-Tengo miedo, Joe, mucho miedo-. Susurré a su oído.
-No lo tengas...
Y llegaron el señor y la señora Sullivan. Pero a Joe y a mí nos había dado tiempo de deslizarnos por la puerta trasera, y habíamos cruzado el jardín hasta llegar a la calle.
-Se está haciendo de noche, debería acompañarte a casa-. Dijo Joe.
-No hace falta, aún hay algo de luz-. Repuse yo.
-Venga, vamos, y así damos un paseo.
-Vale, gracias.
Habíamos caminado bastante cuando le pregunté:
-¿Y cuándo te vas?
-El viernes me voy a Londres. En el Ministerio de guerra nos destinan a todos. Supongo que el domingo estaré en la base de prácticas.
-Ah, yo te acompaño a la estación.
-Gracias.
-Dime una cosa. ¿Cómo se te dio por querer volar?- Pregunté, intrigada.
-Mi abuelo tenía un avión en su casa, y cuando era pequeño me llevaba en él-. Contó nostálgico.
-Me encantaría poder ir en un avión-. Dije.
-Te juro que te llevaré en uno, Agathe.
Y llegamos al portal de mi casa.
-¿Quieres entrar?
-Oh, no, está tu padre allí paseando entre las camelias-. Dijo. Era verdad que mi padre estaba ahí, no me había fijado.
-¡Joe!- Llamó mi padre.
-¿Qué quiere?- Pregunté discretamente mientras mi padre se acercaba.
-No lo sé-, masculló entre dientes para que mi padre no lo oyera-. ¿Sí, señor Perkins?
-Querido Joe, debo de hablar contigo. Pasa y vamos a mi despacho. Agathe, tenemos visita dentro.
Me quedé helada al ver quien era nuestra visita. La señora Jones. La madre de Amelie, George y Peter estaba sentada con sus hijos en el sofá, mientras ellos no paraban de abrazarla. Mi madre, que estaba con mi hermano en el otro sofá, cuando me vio me llamó y la señora Jones se acercó a junto mía.
-¡Agathe, qué grande y qué guapa estás!- Dijo llena de júbilo aquella hermosa señora, con los cabellos rubios recogidos en un precioso moño. Tenía las mismas facciones que sus hijos, y era realmente guapa.
-Muchas gracias, señora Jones.
-Mamá, Joe está hablando con papá en el despacho.
-Vale, querida. Dejemos a Margaret y a los niños hablar. Vamos, Lucas.
Y los dejamos en el salón, mientras que mamá, Lucas y yo fuimos a la cocina, donde Muriel preparaba la cena.
-¿Muriel, no te importa que se quede a cenar Joe? Como ya se queda Margaret...- Dijo mi madre dulcemente a Muriel.
-Oh, no, Laura. Tenemos suerte que aquí en East Leake no falta de nada y nos ayudamos los vecinos mutuamente, porque me pregunto yo cómo podíais vivir bien en Londres con los cupones...
-66 cupones al año, Muriel, aquello era tremendo-. Dijo mi madre.
-Agathe, pregúntales a Joe y a tu padre si les queda mucho-. Me dijo Muriel.
Llamé a la puerta del despacho, la abrí, y pregunté:
-Muriel quiere saber si vais a tardar mucho, para servir la cena-. Me dirigí a mi padre.
-Nos queda un rato, Agathe, dile a tu madre que llame a casa de Joe, que Elizabeth Sullivan se va a preocupar.
-Oh, señor Perkins, no hace falta que me inviten, me voy andando tranquilamente-. Dijo Joe.
-Sí que hace falta, y no se hable más-. Dijo mi padre-. Lo siento, Agathe, tienes que irte, que estamos hablando de una cosa muy importante-. Sentenció.
Y antes de que cerrara la puerta pude observar lo delicioso que estaba Joe con su camisa con tirantes, apoyado en la mesa.
Como el salón estaba ocupado, me dediqué a ayudar en la cocina, y, tras eso; me cambié de ropa y cambié a mi hermano.
Durante la cena, Margaret Jones nos contó tristemente cómo era la vida en el hospital, y que Thomas Jones, su marido, por suerte no había sido derribado. Dijo que en aquellos días estaba en una misión secreta de reconocimiento de los terrenos sometidos por el Eje.
Papá sorprendentemente cogió el coche y llevó a Joe a su casa. Los niños se fueron a dormir, mamá y la señora Jones quedaron en el salón charlando y Peter y yo nos dirigimos hacia nuestras habitaciones.
-¿Quieres hablar? Te noto triste-. Dijo Peter.
Y la verdad es que me había sumido en una profunda tristeza cuando Joe se fue con mi padre.
-Tú no te vas, por suerte-. Le dije tras entrar en mi habitación, pues él me había seguido.
-Si vengo aquí para refugiarme, lo lógico es que no me vaya.
-Ya, ¿e irás a la universidad en otoño?
-Eso espero.
-Entonces tú también te irás de todos modos.
-Vendré a visitar a mis hermanos, y sobre todo a ti.
-Sigo pensando que mi mundo se desmorona a pedazos enormes, y que no lo puedo evitar.
Y seguimos hablando hasta bien entrada la madrugada, cuando me quedé dormida.
La semana se pasó en un abrir y cerrar de ojos, aunque estuvo muy ocupada, porque Margaret Jones se quedó con nosotros. El lunes casi no me pude levantar del sueño, por culpa de mi tertulia con Peter. El miércoles fui a Nottingham, la gran ciudad del condado, a comprarle a Joe una pluma, una estilográfica y tres libretas por su cumpleaños.
Y finalmente, el viernes llegó. A las dos y media de la tarde me presenté en la estación con mi padre y Peter. Este último había querido ir con nosotros porque Steve también se iba con Joe, y quería despedirse de ambos.
Vi a Joe con sus padres, y a Steve con los suyos. Elizabeth Sullivan lloraba, y Joe la abrazaba. Me vio, y yo sonreí. Soltó a su madre y se acercó.
-¿Damos un pequeño paseo? El tren viene con retraso-. Dijo.
-Vamos-. Contesté mientras nos alejábamos-. Toma. Felicidades, Joe-. Y le entregué el paquete que tenía en mis manos.
-No hacía falta que me regalaras nada, me bastaba con que vinieras a despedirte-. Y abrió el regalo. Su rostro se iluminó.
-Para que me tengas al día de tus aventuras surcando el cielo.
-Gracias, Agathe. Por supuesto que te escribiré. Todos los días, por ti.
-Prométeme que no te olvidarás de mí. Y que te cuides mucho, porque no soportaría la idea de no volver a verte nunca más-. Y tras decir eso, unas lágrimas comenzaron a salir de mis ojos.
-Ey, no llores, por favor. Me duele mucho tener que dejarte-. Y me acercó a su pecho-. Te llamaré cuando llegue a la base, ¿vale?
-Sin falta, Joe.
-¿Puedo pedirte un último favor?- Y me arrimó a una columna, sin que nadie nos viera y puso sus manos en mis caderas.
-Mmm... Depende, Joe-. Dije, pícara.
Y me besó. Un beso robado de las comisuras de mis labios. Fue un beso largo, al que yo correspondí. Joe me estaba dando todo el amor que en aquellos momentos me podía dar. Sus labios eran dulces y carnosos, y nuestras lenguas se enredaban con el temor de que nuestros padres nos vieran, aunque estaban a unos cien metros de nosotros. Nos quedamos sin aire en los pulmones y nos separamos. Me miró a los ojos.
-Te he querido desde que apareciste en este pueblo. Desde que diste la primera pisada en el adoquinado.
Iba a contestarle pero el tren apareció en el andén. Corrimos a despedirnos de su familia. Peter estrechó fuertemente su mano con la de Joe. Igual lo hizo mi padre. Joe abrazó a sus padres y después, por último, me abrazó fuertemente y me dio un beso en la mejilla.
-No me olvides. Ni olvides que te quiero-. Susurré en su oído.
-Jamás-. Fue su última palabra antes de meterse en el tren.
Y el tren se fue, con él y Steve en su interior. Ambos se adentraban en lo desconocido, y yo me quedaba vacía, porque sin Joe, no era nadie.

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 ¡Hola! ¿Qué tal vuestras maravillosas vacaciones?
Yo muy bien, porque aprobé todas las asignaturas y puedo ir a las atracciones que montan en Padrón por la Semana Santa. A ver si saco muchas fotos :D
Hablemos del capítulo. Como he estado en casa de mi abuela, y lógicamente no tiene Internet, no he podido subir el capítulo antes. Lo siento.
También siento que haya hecho que Joe se vaya, pero no os preocupéis, por favor.
Os voy a contar lo que es el Speakers' Corner. Es una zona cerca de Marble Arch, donde se puede decir lo que a uno de dé la gana. Es decir, que en plena Segunda Guerra Mundial, cuando Inglaterra tenía un odio BASTANTE considerable contra Alemania, cualquiera persona podría ovacionar a Alemania sin que lo mandaran a la cárcel. ¿Me entendéis?
Bueno, espero que os haya gustado el capítulo y que me perdonéis por la espera en la que os he tenido.
Un beso enorme,
Paula*

4 comentarios:

  1. 1º: Bienvenida de nuevo, me alegro que todo te haya ido bien:)
    2º:¡¡¡¿Cómo te llevas a mi Joe?!!!!....*Suspirando profundamente*... Mmm, vale, se ha ido:(
    Pero bueno, te haré caso y no me preocuparé^.^
    Que más puedo decir, aparte de que ya sabes cómo me encanta tu forma de escribir??
    Un besito, preciosa;) ¡Cuídate mucho! <3

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  2. Paulaaaaaaaa! :) Ya tardaba! ^^ Me ha encantado, pero muchisisisisisisima pena que se vaya Joe... :( Bueno, un beso y sube pronto! Por cierto, te has lucido, cacho capítulo, me lo he tenido que leer en dos días jajajaja pero ha sido PERFECTO! y el beso robado ENORME! :DDDD Un abrazo de oso :3

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  3. *--------------* Este capítulo ha sido increíble :)
    Pero me da mucha pena que se vaya Joe... :/ Esperemos que no le pase nada y que Agathe no sufra mucho. Bueno, seguro que Peter le ayuda a no pasarlo mal xD
    El beso ha sido... ajbfsldkfjbsal!! oWo
    Espero el siguiente capítulo pronto :D
    ¡Un beso! (:

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  4. Holaa,, hace muchísimo que no me pasaba pero ahora aqui estoy:)) el capitulo me ha encantado, es una lástima que se vaya a la guerra, ojala no le pase nada... y tengo curiosidad por saber de que hablaban él y el padre de ella,, a saber. Peter,, a pesar de todo me gusta, no se por que. Bueno publica pronto, besos<33

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¡Muchas gracias! Cada uno de los comentarios me inspira a la hora de escribir :D