Los invitados pasaron unos días más alojados en la casa. Tener que estar siempre educada y cordial con todo el mundo me parecía aberrante. Yo, una muchacha solitaria e insolente de vez en cuando, estaba al límite de paciencia. Que si “¿Agathe, qué opinas sobre esto?”, “Agathe, ven a ayudarme”, “Agathe, ¿me estás escuchando?”... Y todas esas cosas tontas que la gente dice. Quería encerrarme en la biblioteca, pero siempre había alguien allí. Cambiaba de idea y decidía salir fuera, pero me acordaba que nevaba y hacía mucho frío.
Y de 1940 me encontraba a primeros de enero de 1941.
Aquella mañana de jueves, recibí la contestación de mis amigas.
“Queridísima Agathe,
Aquí estamos, en mi casa, contestándote. Nos alegró mucho tener noticias tuyas. ¿Qué tal lo estás pasando en Marlborough? ¿Es así, no? Es que es tan raro de escribir... Bueno, que Molly quiere saber si has arreglado lo tuyo con Peter. Y Lauren quiere saber qué tal el baile, y si había jóvenes guapos. Ella siempre así.
¿Y Evelyn? ¿Cómo es? Ten paciencia, no te alteres a la mínima, ¿vale?
Ah, que Joe nos ha preguntado por ti. Te manda un abrazo de su parte. No le hemos contado gran cosa. Tiffany quiere que escriba que ya nos contarás cuando vuelvas. Las demás asienten.
Agathe, esperamos que llegues pronto y que lo pases bien. Te queremos mucho y te echamos de menos.
Fiona, Molly, Lauren y Tiffany.”
Estas mis amigas siempre preocupándose por mi.
Volvimos al pueblo. Dije adiós a todos, y le di un beso en la mejilla al señor Morris.
East Leake seguía igual, lógico. Era mediodía cuando llegamos, como la primera vez.
Llegué a casa y corrí hacia el pueblo, pues era sábado por la tarde y el museo de historia natural estaba abierto. Joe estaría esperándome.
-¿No me dices hola?- Dije a sus espaldas, pues él estaba observando la vitrina de las mariposas.- Sabes, dicen que el simple aleteo de las alas de una mariposa puede cambiar el mundo.- Continué antes de que me contestara.
-¡Agathe! ¿Qué tal estás?- Dijo, y acompañó esas palabras con una perfecta sonrisa.
-Tenía ganas de volver, Joe. ¿Qué tal estás tú?- Dije, feliz.
-No muy bien, si te digo la verdad. Mi hermano ha podido venir por Navidad a casa, pero ya ha vuelto al frente. Ojalá sea verdad lo que dices de las mariposas. No me gusta nada la guerra, pero cuando cumpla los dieciocho posiblemente me tenga que ir a combatir.
Mi mundo se paró en ese momento. Sí, ya pensara en eso, pero nunca lo había escuchado salir de los labios de Joe.
-No pienses en eso, por favor, Joe.- Le dije, suplicante.
-Es la realidad, dentro de dos semanas cumpliré dieciocho años y el gobierno obliga a todo el mundo mayor de edad a alistarse.
-Y si te alistas, ¿en dónde?
-Quiero ser piloto. Volar en un Spitfire y derribar a cientos de aviones del Eje.
-No, Joe, no. A saber dónde te destinan para hacer las prácticas.
-Agathe, no me deprimas, vamos.
-Lo siento, Joe. Mi mundo se derrumba por culpa de la guerra y no quiero que te pase nada.
-Venga, vamos a pasear.
-Te recuerdo que aún no se ha acabado tu turno.
-El señor Meyers lo entenderá.- Dijo, refiriéndose al encargado del museo, un hombre ya muy mayor y simpático.
Nos reímos y salimos de aquel lugar de olor peculiar.
-Y bueno, ¿qué tal te lo has pasado en casa de tus abuelos?- Dijo Joe después de avanzar calle abajo.
-No lo he pasado ni bien ni mal, pero el malnacido de Peter y la estúpida de Evelyn me amargaron un poco mi estancia en Marlborough.- Contesté.
-No les hagas caso. Peter no te merece, y Evelyn es tonta al creerse superior a la humanidad.- Él me animó.
-Gracias, Joe. ¿Han llegado ya los pilotos en prácticas de la RAF?- Cambié de tema.
-Sí, anteayer. Tus amigas están como locas por esos aviadores de pacotilla.- Dijo él.
-No te metas con ellos. Algún día, cuando estén preparados, derribarán cientos de aviones enemigos. Además, si te alistas en la RAF, serás como ellos, un “aviador de pacotilla”-. E hice comillas en el aire.
-Vale, ya me callo-. Se resignó.
-Las chicas me enviaron una carta. Decía que me mandabas saludos.
-Oh... Sí-. Contestó, tímido.
-Tu padre es cartero, me podías mandar una misiva tú también-. Y le dí un pequeño empujón.
-¡Eh!- Protestó.- Es que me daba pereza ponerme a escribir. Ya sabes que mi caligrafía no es muy legible, que digamos.
-Bah, sí que entiendo tu letra.- Repliqué, y nos reímos.
En la calle había gente paseando y banderitas colgadas de un lado a otro de la calle, se notaba un ambiente muy dicharachero.
-¿Me estoy perdiendo alguna fiesta o algo parecido?- Pregunté, sorprendida.
-¡Ah! Casi se me olvida contártelo.- Gritó Joe-. Que esta noche hay fiesta, con baile y todo. Es en la sala de fiestas del ayuntamiento.
-¿Y a qué se debe la celebración?- Pregunté-. ¿A los pilotos?
Joe asintió.
-Exactamente, ponte guapa, que esta noche voy a bailar contigo-. Soltó él.
-¿Y qué harás si no bailo contigo, y en vez de eso bailo con un “aviador de pacotilla”?- Dije en broma.
Joe cambió de cara y se puso serio.
-No pasaría nada, simplemente le dejaría sin dientes al desgraciado que ose bailar con una dama como tú-. Por un momento pareció que lo había dicho en serio, pero no pudo evitar reírse.
-Ah, ¿sí?-. Pregunté en broma.
-Sí-. Sentenció.
Comenzamos a reírnos de una manera exagerada. Era hora de irme. Nos despedimos, y le prometí que aquella noche bailaría con él.
-¡Mamá!- Grité al entrar por la puerta de casa.
-Estoy en la cocina, Agathe.- Oí desde la lejanía. Fui a la cocina.
-Esta noche hay un baile para celebrar la llegada de los pilotos en prácticas.- Dije, emocionada.
-Sí, me acaba de llamar Bonnie.- La mujer del alcalde-. Está muy emocionada. Quiere que vayas y que bailes con Dean.
Dean Evans era el hijo del alcalde, tenía mi edad e iba en mi clase. Era un muchacho agradable, algo tonto, pero agradable. Era amigo de Joe y Peter, y según decía la gente, estaba enamorado de Molly.
-Mamá...- Refunfuñé-. Con Dean no me apetece bailar, es muy patoso. Que baile con Molly.
-Como tú quieras-. Aclaró mi madre.
-Muriel, ¿irán usted y su marido al baile?- Le dije a ella, que estaba limpiando las potas.
-Oh, sí, Agathe, sabes que a Eliott le encantan las fiestas.- Me contestó, acompañada de una sonrisa.
-¿Qué me pongo, mamá?- Me giré para hablarle.
-Ponte el vestido beige, y te pones en la cintura el lazo rosa-. Dijo ella, que le encantaba verme vestida elegante.
-Vale, mamá. ¿Dónde está el resto?-. Pregunté, curiosa.
-En la sala de los juguetes. Dile a la pequeña Amelie que baje, que la voy a poner guapa.
-Vale.
Y subí las escaleras. Entré en la sala y papá habló.
-Agathe, cariño, ven a mirar que maqueta tan bonita estamos haciendo.
Estaban todos alrededor de la mesa de madera, donde estaban esparcidas todas las pequeñas piezas de madera.
-¿Que es esta vez?- Pregunté.
-Una maqueta de un barco de vapor del Misisipi.
Notaba a Peter triste, que estaba en una esquina de la mesa, agarrando en su regazo a Amelie.
-Qué bien-. Dije.- Amelie, bonita, mamá te llama para vestirte para asistir al baile esta noche - Me dirigí a ella, pero mis ojos se encontraron con los nostálgicos de Peter.
-Vale, Agathe, ya voy.- Y me dio un beso en la mejilla. Después, se fue saltando.
-Así que vamos ir al baile...- Comentó mi padre-. Bien, así podré conocer al nuevo profesor, el que sustituye al difunto señor Parker.
-¿Ya han llegado?- Preguntó Peter a mi padre.
-Sí, creo que hace unos días. Me han dicho que tiene una hija muy hermosa, tendrás la ocasión de conocerla esta noche, Peter.
Miré a Peter. Se había puesto colorado.
-Señor, creo que no hace falta que me presente a nadie. Hay más mozos que yo, y la competencia es muy alta-. Dijo Peter, y mi padre y él se echaron a reír.
Abandoné la estancia sin decir nada. “Que le den”, pensé.
Nos preparamos y bajamos al pueblo. Había un aura de celebración en el aire.
Entramos en el salón de bailes del ayuntamiento. La orquesta tocaba ya alegremente y la gente bailaba animada.
Había un gran número de jóvenes pilotos, guapos y apuestos en la sala. Las jóvenes se acercaban a ellos a presentarse.
-¡Bienvenidos a todos!- Dijo el alcalde, que se había acercado a nosotros.
-Muchas gracias por invitarnos, Josh-. Contestó mi padre, estrechándole la mano.
Me escapé entre la multitud para reunirme con mis amigas, que estaban sentadas en unas sillas.
-¡Agathe!- gritaron todas ellas.
-Hola, chicas-. Les dije.
Les puse al día de todo lo que me había pasado los días que estuve fuera del pueblo. Ellas me contaron que los pilotos eran muy simpáticos.
Me presentaron a la gran mayoría de los pilotos. Eran jóvenes, pues apenas tenían dieciocho años. Hablamos un buen rato con ellos, y resultaron ser también muy agradables.
Cuando mis amigas estaban bailando con los pilotos Austin, Bernard, Derek, Gary y Theo, yo me escaqueé y me dirigí a donde estaban Joe y sus amigos.
-Dios mío, Agathe, estás guapísima. Estoy sin palabras-. Dijo Joe nada más verme.
-No es para tanto-. Me sonrojé.
-¡¿Que no es para tanto?! Por que eres tú, Agathe, que si no...- Comenzó a decir Steve, el mejor amigo de Peter, que era muy salido; pero que Dean lo interrumpió.
-No sigas, Steve, que Joe se va a enfadar.
Peter estaba allí, perdido en sus pensamientos.
-¿Bailamos?- Dijo Joe.
-Por supuesto.- Y le tendí mi mano, que estaba enfundada por unos largos guantes rosa palo.
Él y yo bailamos muchas piezas de música, y nos reíamos cuando él se disculpaba porque me pisaba. Joe hacía lo que podía. Ambos sabíamos que el baile no era lo suyo.
Y de 1940 me encontraba a primeros de enero de 1941.
Aquella mañana de jueves, recibí la contestación de mis amigas.
“Queridísima Agathe,
Aquí estamos, en mi casa, contestándote. Nos alegró mucho tener noticias tuyas. ¿Qué tal lo estás pasando en Marlborough? ¿Es así, no? Es que es tan raro de escribir... Bueno, que Molly quiere saber si has arreglado lo tuyo con Peter. Y Lauren quiere saber qué tal el baile, y si había jóvenes guapos. Ella siempre así.
¿Y Evelyn? ¿Cómo es? Ten paciencia, no te alteres a la mínima, ¿vale?
Ah, que Joe nos ha preguntado por ti. Te manda un abrazo de su parte. No le hemos contado gran cosa. Tiffany quiere que escriba que ya nos contarás cuando vuelvas. Las demás asienten.
Agathe, esperamos que llegues pronto y que lo pases bien. Te queremos mucho y te echamos de menos.
Fiona, Molly, Lauren y Tiffany.”
Estas mis amigas siempre preocupándose por mi.
Volvimos al pueblo. Dije adiós a todos, y le di un beso en la mejilla al señor Morris.
East Leake seguía igual, lógico. Era mediodía cuando llegamos, como la primera vez.
Llegué a casa y corrí hacia el pueblo, pues era sábado por la tarde y el museo de historia natural estaba abierto. Joe estaría esperándome.
-¿No me dices hola?- Dije a sus espaldas, pues él estaba observando la vitrina de las mariposas.- Sabes, dicen que el simple aleteo de las alas de una mariposa puede cambiar el mundo.- Continué antes de que me contestara.
-¡Agathe! ¿Qué tal estás?- Dijo, y acompañó esas palabras con una perfecta sonrisa.
-Tenía ganas de volver, Joe. ¿Qué tal estás tú?- Dije, feliz.
-No muy bien, si te digo la verdad. Mi hermano ha podido venir por Navidad a casa, pero ya ha vuelto al frente. Ojalá sea verdad lo que dices de las mariposas. No me gusta nada la guerra, pero cuando cumpla los dieciocho posiblemente me tenga que ir a combatir.
Mi mundo se paró en ese momento. Sí, ya pensara en eso, pero nunca lo había escuchado salir de los labios de Joe.
-No pienses en eso, por favor, Joe.- Le dije, suplicante.
-Es la realidad, dentro de dos semanas cumpliré dieciocho años y el gobierno obliga a todo el mundo mayor de edad a alistarse.
-Y si te alistas, ¿en dónde?
-Quiero ser piloto. Volar en un Spitfire y derribar a cientos de aviones del Eje.
-No, Joe, no. A saber dónde te destinan para hacer las prácticas.
-Agathe, no me deprimas, vamos.
-Lo siento, Joe. Mi mundo se derrumba por culpa de la guerra y no quiero que te pase nada.
-Venga, vamos a pasear.
-Te recuerdo que aún no se ha acabado tu turno.
-El señor Meyers lo entenderá.- Dijo, refiriéndose al encargado del museo, un hombre ya muy mayor y simpático.
Nos reímos y salimos de aquel lugar de olor peculiar.
-Y bueno, ¿qué tal te lo has pasado en casa de tus abuelos?- Dijo Joe después de avanzar calle abajo.
-No lo he pasado ni bien ni mal, pero el malnacido de Peter y la estúpida de Evelyn me amargaron un poco mi estancia en Marlborough.- Contesté.
-No les hagas caso. Peter no te merece, y Evelyn es tonta al creerse superior a la humanidad.- Él me animó.
-Gracias, Joe. ¿Han llegado ya los pilotos en prácticas de la RAF?- Cambié de tema.
-Sí, anteayer. Tus amigas están como locas por esos aviadores de pacotilla.- Dijo él.
-No te metas con ellos. Algún día, cuando estén preparados, derribarán cientos de aviones enemigos. Además, si te alistas en la RAF, serás como ellos, un “aviador de pacotilla”-. E hice comillas en el aire.
-Vale, ya me callo-. Se resignó.
-Las chicas me enviaron una carta. Decía que me mandabas saludos.
-Oh... Sí-. Contestó, tímido.
-Tu padre es cartero, me podías mandar una misiva tú también-. Y le dí un pequeño empujón.
-¡Eh!- Protestó.- Es que me daba pereza ponerme a escribir. Ya sabes que mi caligrafía no es muy legible, que digamos.
-Bah, sí que entiendo tu letra.- Repliqué, y nos reímos.
En la calle había gente paseando y banderitas colgadas de un lado a otro de la calle, se notaba un ambiente muy dicharachero.
-¿Me estoy perdiendo alguna fiesta o algo parecido?- Pregunté, sorprendida.
-¡Ah! Casi se me olvida contártelo.- Gritó Joe-. Que esta noche hay fiesta, con baile y todo. Es en la sala de fiestas del ayuntamiento.
-¿Y a qué se debe la celebración?- Pregunté-. ¿A los pilotos?
Joe asintió.
-Exactamente, ponte guapa, que esta noche voy a bailar contigo-. Soltó él.
-¿Y qué harás si no bailo contigo, y en vez de eso bailo con un “aviador de pacotilla”?- Dije en broma.
Joe cambió de cara y se puso serio.
-No pasaría nada, simplemente le dejaría sin dientes al desgraciado que ose bailar con una dama como tú-. Por un momento pareció que lo había dicho en serio, pero no pudo evitar reírse.
-Ah, ¿sí?-. Pregunté en broma.
-Sí-. Sentenció.
Comenzamos a reírnos de una manera exagerada. Era hora de irme. Nos despedimos, y le prometí que aquella noche bailaría con él.
-¡Mamá!- Grité al entrar por la puerta de casa.
-Estoy en la cocina, Agathe.- Oí desde la lejanía. Fui a la cocina.
-Esta noche hay un baile para celebrar la llegada de los pilotos en prácticas.- Dije, emocionada.
-Sí, me acaba de llamar Bonnie.- La mujer del alcalde-. Está muy emocionada. Quiere que vayas y que bailes con Dean.
Dean Evans era el hijo del alcalde, tenía mi edad e iba en mi clase. Era un muchacho agradable, algo tonto, pero agradable. Era amigo de Joe y Peter, y según decía la gente, estaba enamorado de Molly.
-Mamá...- Refunfuñé-. Con Dean no me apetece bailar, es muy patoso. Que baile con Molly.
-Como tú quieras-. Aclaró mi madre.
-Muriel, ¿irán usted y su marido al baile?- Le dije a ella, que estaba limpiando las potas.
-Oh, sí, Agathe, sabes que a Eliott le encantan las fiestas.- Me contestó, acompañada de una sonrisa.
-¿Qué me pongo, mamá?- Me giré para hablarle.
-Ponte el vestido beige, y te pones en la cintura el lazo rosa-. Dijo ella, que le encantaba verme vestida elegante.
-Vale, mamá. ¿Dónde está el resto?-. Pregunté, curiosa.
-En la sala de los juguetes. Dile a la pequeña Amelie que baje, que la voy a poner guapa.
-Vale.
Y subí las escaleras. Entré en la sala y papá habló.
-Agathe, cariño, ven a mirar que maqueta tan bonita estamos haciendo.
Estaban todos alrededor de la mesa de madera, donde estaban esparcidas todas las pequeñas piezas de madera.
-¿Que es esta vez?- Pregunté.
-Una maqueta de un barco de vapor del Misisipi.
Notaba a Peter triste, que estaba en una esquina de la mesa, agarrando en su regazo a Amelie.
-Qué bien-. Dije.- Amelie, bonita, mamá te llama para vestirte para asistir al baile esta noche - Me dirigí a ella, pero mis ojos se encontraron con los nostálgicos de Peter.
-Vale, Agathe, ya voy.- Y me dio un beso en la mejilla. Después, se fue saltando.
-Así que vamos ir al baile...- Comentó mi padre-. Bien, así podré conocer al nuevo profesor, el que sustituye al difunto señor Parker.
-¿Ya han llegado?- Preguntó Peter a mi padre.
-Sí, creo que hace unos días. Me han dicho que tiene una hija muy hermosa, tendrás la ocasión de conocerla esta noche, Peter.
Miré a Peter. Se había puesto colorado.
-Señor, creo que no hace falta que me presente a nadie. Hay más mozos que yo, y la competencia es muy alta-. Dijo Peter, y mi padre y él se echaron a reír.
Abandoné la estancia sin decir nada. “Que le den”, pensé.
Nos preparamos y bajamos al pueblo. Había un aura de celebración en el aire.
Entramos en el salón de bailes del ayuntamiento. La orquesta tocaba ya alegremente y la gente bailaba animada.
Había un gran número de jóvenes pilotos, guapos y apuestos en la sala. Las jóvenes se acercaban a ellos a presentarse.
-¡Bienvenidos a todos!- Dijo el alcalde, que se había acercado a nosotros.
-Muchas gracias por invitarnos, Josh-. Contestó mi padre, estrechándole la mano.
Me escapé entre la multitud para reunirme con mis amigas, que estaban sentadas en unas sillas.
-¡Agathe!- gritaron todas ellas.
-Hola, chicas-. Les dije.
Les puse al día de todo lo que me había pasado los días que estuve fuera del pueblo. Ellas me contaron que los pilotos eran muy simpáticos.
Me presentaron a la gran mayoría de los pilotos. Eran jóvenes, pues apenas tenían dieciocho años. Hablamos un buen rato con ellos, y resultaron ser también muy agradables.
Cuando mis amigas estaban bailando con los pilotos Austin, Bernard, Derek, Gary y Theo, yo me escaqueé y me dirigí a donde estaban Joe y sus amigos.
-Dios mío, Agathe, estás guapísima. Estoy sin palabras-. Dijo Joe nada más verme.
-No es para tanto-. Me sonrojé.
-¡¿Que no es para tanto?! Por que eres tú, Agathe, que si no...- Comenzó a decir Steve, el mejor amigo de Peter, que era muy salido; pero que Dean lo interrumpió.
-No sigas, Steve, que Joe se va a enfadar.
Peter estaba allí, perdido en sus pensamientos.
-¿Bailamos?- Dijo Joe.
-Por supuesto.- Y le tendí mi mano, que estaba enfundada por unos largos guantes rosa palo.
Él y yo bailamos muchas piezas de música, y nos reíamos cuando él se disculpaba porque me pisaba. Joe hacía lo que podía. Ambos sabíamos que el baile no era lo suyo.
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Hooooooola!!!!!!!!
¿Qué tal?
Yo bien. LA INSPIRACIÓN HA VUELTO!!
Sí, lo que oís. Este capítulo era para publicarlo el viernes a la noche. Ya me imagináis, en la sala, con el portátil, yo toda llena de inspiración... Y PUF! La inspiración se va de repente. Qué cabreo descomunal cogí. Para montar la Tercera Guerra Mundial.
Os cuento, he tenido una semana estresadísima, porque con los exámenes y tal... En fin, que saqué un 9 en Gallego. Una cosa muy rara en mí, pero no importa. He comenzado a leer cuatro libros. Ahí van:
- Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Este libro es uno de la lista de libro que mi padre quiere que lea. La de Lengua nos pone una lista de libros para elegir para leer en cada trimestre. Entonces, yo le digo el martes "Profe, tiénes la lista de libros para esta evaluación?", y ella me dice "El jueves os la doy". Y yo le
digo " Es que mi padre quiere que lea Fahrenheit 451 y lo compré el otro día, ¿puedo leerlo?, y ella me contesta que no, que es muy difícil. Hasta ahí bien. Pues resulta que el jueves abre en la pantalla digital que tenemos en todas las clases el Word de la lista de libros, ¿ y a qué no sabéis cuál era el primero de la lista? Fahrenheit 451. Esta mujer no es al cien por cien...
-Donde los árboles cantan, de Laura Gallego García.
-Rubí, de Kerstin Gier.
-Anxos en tempo de chuvia, de Miguel Vázquez Freire. Éste es el libro para leer este trimestre en clase de Gallego. No me está gustando naaaaaaada :(
Bueno, espero que os haya gustado el capítulo y que comentéis ahí abajo :D
Un abrazo gigante,
Paula*
Buenooo, empecemos...holaaa, preciosaaaa!
ResponderEliminarMe alegro de que la inspiración se dignara a aparecer , que si no, voy y le doy una....Vamos que me encanta el capitulo y todo lo demás (incluido Joe*baba*), xD!
Ya quiero saber que más ocurre:) Un beso enrome^.^
me encantaaaa! sigueeee
ResponderEliminarPAAAAAAAAAAAULITA! Me encanta tu nombre, ¿te lo había dicho? JIJIJI! Bueno, antes de nada, muchas gracias por avisarme, porque si no, me atraso y ya no sé por donde voy. u.u
ResponderEliminarEl capitulo me ha encantado, pero me da mucha pena Peter, porque aunque se lo merezca (ya que ha sido un gilipollas), me da penita. TT
Dios, demasiados libros, demasiadas letras, xdd! El único que he oído es el de Rubí, que lo tengo como pendiente para leer, ahí, perdido en mi habitación... xdd.
Un beso, Paula! ^^
muy buenooo pasaros por el mio si podeis http://proximaparadatq.blogspot.com/
ResponderEliminarWow. Me ha fascinado este capítulo. Joe es tan tierno. Quiero que haya beso en la fiesta :B
ResponderEliminarY lo de los pilotos, me ha encantado. La trama de este capítulo ha sido realmente interesante. Me encanta la forma en que lo describes todo, la verdad es que parece que lo haga una escritora profesional. Y no miento, no. También en como te expresas. Me encanta, no hay nada más que decir. Siento mucho no haberte comentado los últimos capítulos. Pero es que, a veces a mi también me desaparecen blogs en mi lista, y cuando me da por pasarme, pues me llevo la sorpresa.
Gracias por comentar mi blog y hablar conmigo en Twitter. La verdad es que se agradece muchísimo. Entre que estoy aburrida y, como anteriormente dije en la entrada, me siento mierda, me has alegrado el día.
Muchas gracias por todo, sobretodo por echar en falta mis comentarios. A ver si esta vez me avisa con más frecuencia de que publicas.
Besos y abrazos.