lunes, 20 de febrero de 2012

Capítulo 19

Molly me agarró del brazo mientras yo bailaba alegremente con Joe.
    -¿Qué pasa? Eres un poco tonta, Molly-. Le dije mientras que miraba con una cara de pena a mi pareja de baile. Él me miró compasivo y después me sonrió.
    -Lo siento, querida, pero tienes que ir a hablar con tus padres. Me han mandado el mensaje a mí-. Dijo.
    -Ah, bueno, perdóname Molly. ¿Dónde están?-. Me disculpé.
    -En la mesa que está más cerca de la mesa de refrigerios-. Contestó.
    -Te veo en un rato.
    Me dispuse a buscarlos por la infestada sala. Los vi a todos, los hermanos Jones incluidos con mis padres y mi hermanos. Pero aún había tres personas más alrededor de la mesa.
    Mamá me sonrió e hizo aspavientos con la mano. Ya la estaba viendo, no hacía falta que me hiciera gestos. Me senté en la mesa. Aparte de mi familia,  estaban una mujer y un hombre de la edad de mis padres, y una muchacha con un largo y rizado pelo rubio.
    -Mi querida niña,- dijo papá- estos son los Pompleson. Anna, Colin y su hija Bette.
    -Hola, encantada-. Les dije a cada uno. Bette parecía una buscona de grado diez. Se llevaría bien con la buscona local, Betty.
    -Hola, Agathe, estoy muy contenta de conocerte. Seguro que nos llevaremos bien-. Comenzó Bette con su voz de pito. “Segurísimo que sí”, pensé yo irónicamente.
    -Mamá, déjanos jugar con nuestros amigos, por favor-. Suplicó mi hermano a mamá. Tras esta protesta, surgieron a coro las de Amelie y George.
    -Vale, pero no rompáis nada-. Acabó por decir mi madre, y los tres le dieron un beso en la mejilla a modo de agradecimiento.
    -Ronald, ¿ha causado la guerra ya muchos estragos en East Leake?- Preguntó el señor Pompleson.
    -Han caído unas cuantas bombas, Colin, que se llevaron la vida de la familia del profesor del que ahora tú ocupas su lugar en la escuela, y mismo ha caído una bomba en las proximidades de la escuela. También cayeron otras, pero con menores estragos.
    -La guerra parece interminable. Hoy los alemanes han estado bombardeando Londres. A la luz del día, sin cortarse.
    -Eso he oído-. Contestó mi padre.
    -¿Cómo? ¿Otra vez?-. Pregunté impresionada.
    -Sí, cariño, sí-. Contestó papá-. Algún día veremos el fin de esta tormenta, algún día-. Prosiguió mi padre con calma.
    -Yo casi que me retiro, papá, he conocido a unas niñas muy amables. ¿Me dejas ir?-. Dijo Bette.
    -Claro que tu padre te deja, ve con cuidado-. Se adelantó la señora Pompleson.
    -Gracias, mami-. Dijo su hija en un tono completamente pasteloso.
    -Mis amigas aguardan por mi. Sigan charlando. Un placer haberles conocido-. Y me fui minutos después.

    Me encaminé a buscar a mis amigas, que seguro estaban ocupadas con algún musculoso aviador, por todo el gigantesco salón. Me subiría a una silla apartada de y desde allí las buscaría.
     Cuando había encontrado un lugar ideal, una voz masculina me habló de repente.
    -Si eres tan egocéntrica, es mejor que te subas a una silla en el medio de la sala, ¿ no crees?-. Dijo el joven, al que yo conocía.  Ian Perth.
    -¡Ian! Dios mío, qué casualidad. ¿Cómo has parado aquí?
    -Cosas que pasan, Agathe-. Y reímos. Él estaba enfundado en un maravilloso traje, aunque llevaba unos cuantos escudos de aviación.
    -Ven, voy a presentarte a mis amigas.
    Y se lo llevé a ellas, a las que por suerte había localizado.
    -¡Hola!-. Dijeron a coro.
    -Joe, Agathe se ha ligado a un aviador. Le van los hombres de verdad, no a los pseudohombre como tú-. Dijo la voz del tonto de Steve por detrás nuestra. Los chicos, excepto Peter, se habían unido a nosotros.
    -Cállate, Steve, que te rompo la cara-. Dijo Joe, amenazante.
    -Vale, vale-. Contestó.
    -Chicos, este es Ian Perth, lo conocí estas Navidades en casa de mis abuelos.
    Y se estrecharon todos la mano.
    -Bueno, chicos, nosotros os dejamos, para tomar un poco el aire, y eso-. Dijo Molly, y acto seguido nos cogió de los brazos a todas nosotras.
    -Caramba, Molly, podías esperar un poco, ¿no?-. Protestó Fiona, mientras nos sentábamos en unas sillas apartadas de todo el mundo.
    -No, quiero saber quién es la chica rubia-. Dijo, mientras la observaba.
    -Bette Pompleson. Hija del nuevo profesor de Lengua-. Me adelanté.
    -Me da mala espina, chicas. Muy mala espina-. Comentó, mientras mantenía sus ojos en ella, que estaba con Betty y sus secuaces.
    -Venga, volvamos con los chicos, que deben pensar que estamos conspirando contra ellos-. Dijo Tiffany.
    Las seguí, en silencio, pues entre el murmullo de la sala y la música de la orquesta me estaba comenzando a doler la cabeza.
    -Han bombardeado Malta. ¡Malta! No puede ser. Los alemanes serán capaces de hasta invadir Inglaterra. ¡Esperemos que no!-. Comentaba Herbert, otro de los amigos de Joe.
    -No quiero pensar precisamente en eso. Hoy han bombardeado otra vez Londres y probablemente sigan haciéndolo los alemanes a estas horas-. Concluyó Joe.
    -Quizás la RAF o la marina pueda dejar Malta sin rastro de alemanes-. Dijo Ian.
    -Quizá podríais callaros eso para otro momento, ¿no?-. Solté yo, metiéndome en la conversación.
    Peter. Me extrañaba que Peter no estuviera con ellos, pero no me atrevía a preguntar. Por suerte, Molly lo hizo por mí.
    -¿Dónde está Peter?
    -¡Dónde va a estar! Ligándo por ahí con la jovencitas. Hace un rato estuvo aquí unos minutos para decirnos que se llevaba a pasear Bette Pompleson. Que le parecía muy guapa y todas esas cosas-. Comentó Dean.
    -Ah, pues vale-. Dijo Lauren, con tono indiferente.
    -¡Míralo! Allí está Peter-. Dijo Steve.
    Efectivamente, Peter acababa de cavar su tumba, porque había entrado por la puerta de la mano de Bette. Era un indeseable maleducado. Estaba pálida, por lo que me escapé corriendo a la azotea, aunque hiciera un frío terrible.
    La noche era clara, la gente paseaba por la calle. Bonitas jóvenes abrigadas con chaquetones de pelo habían venido para hacerles una visita a sus amados pilotos. Sus risas amenizaban la noche invernal. Aún podía oír la música de la fiesta, dos pisos más abajo. No me podía creer que Peter tuviera tanto morro. Aún unas semanas antes había estado coqueteando con Evelyn Ford, y ahora con la nueva habitante del pueblo.
    -Agathe, vuelve al interior, que vas a congelarte-. Sonó la melodiosa voz de Joe al acercarse a mí.
    -No quiero-. Protesté.
    -Pues entonces me congelaré aquí, contigo-. Y me tendió su chaqueta del esmoquin.
    -No hace falta que me des nada. Toma, Joe-. Me negué a cogerla.
    -Qué testaruda eres, Agathe. Vas a congelarte.
    -Vale-. Al final acepté.
    -Sigo diciendo que deberías estar dentro.
    -¡Pero mira que eres pesado, Joe!
    -Tranquila, ya me callo. Pero por lo menos no deberías ponerte celosa cuando Peter entra de la mano con otra persona que no eres tú. No eres el centro del mundo, Agathe Perkins-. Aumentó el tono Joe.
    -¿Cómo? ¡¿Cómo te atreves a hablarme así, Joe Sullivan?!- Me enfadé.
    -No haces más que pensar en ti. Tú, tú y sólo tú. Al menos, si fueras algo más humilde te podrías preocupar más por otro tipo de cosas, en vez de estar todo el rato pensando en Peter y sus ligues-. Se llevó las manos a su cabello rizado-. Él ha dejado claro que lo tiene más que superado, Agathe-. Continuó.
    -¿Y, según tú, de qué me debería preocupar más, Joe?- Pregunté enfadada.
    -Sólo porque te creas superior al resto de la gente por ser de Londres y ser una futura duquesa, Agathe, deberías pensar un poco más en los sentimientos de otras personas- paró un momento, dudando-, como yo, por ejemplo.
    Esto me estaba superando. Me estaba diciendo que era una desconsiderada y que aún me gustaba Peter. Era mentira, sólo me molestaba que no supiera tener un criterio objetivo a la hora de elegir acompañante.
    -¿Tú? Sabes, Joe, pensé que tendrías una opinión distinta a la que la gente piensa sobre mí. Me conoces y sabes que no me creo superior a la gente. ¿Sabes por qué me molesta lo de Peter? Porque no sabe tener criterio. Sólo eso. Y quieres que piense más en la gente, por ejemplo tú. Te vas a ir Joe, y me duele mucho que te vayas, más de lo que tú piensas. Porque un avión te puede derribar en cualquier momento en la batalla. Porque me importas, Joe Sullivan-. Y ahora yo sí que me llevaba las manos a la cabeza.
    -Sabes, es mejor que me vaya a casa, porque en estos momentos no quiero seguir hablando, porque puede que diga cosas por las que quizá me arrepienta de haberlas dicho-. Sonó desesperado.
    Y se acercó a mí. Notaba su colonia. Alcé mi cabeza, porque él era muy alto. Suavemente, posó sus cálidos labios en mi mejilla. Yo, instintivamente, le aparté y le di una bofetada, porque él, tras haberme echado en cara tantas cosas, tenía la vergüenza de haberme dado un beso en la mejilla.
    -Buenas noches, Agathe-. Dijo, y se fue por la puerta de la azotea, dejándome allí con su chaqueta, sola, muerta de frío y llorando.
    Pude ver, unos minutos después, que él dejaba el ayuntamiento. Cruzó la plaza, con los pies arrastrándose por el pavimento, llenos de rabia. Observé su esbelta figura hasta que desapareció por la esquina de la calle. Me sentía la persona más horrible del mundo.
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Hola!! ¿Qué tal estáis? Yo muy bien. Hoy no tengo clase. Hasta el jueves no vuelvo al instituto por carnavales. Me disfracé de los Sims y la amargada de mi profesora de inglés nos puso un parte de apercibimiento a quien iba disfrazado. Sólo porque este año no hay actividades en el instituto en modo de protesta contra los recortes. Me parece muy mal. Mis padres están dispuestos a no firmarme el papel. Y mi madre montó en cólera cuando le expliqué porque me lo habian puesto. Está dispuesta a escribir una carta a mmi instituto. Qué cosas.
Ya acabé el libro de Rubí, me leí la segunda parte, "Zafiro", y ahora me voy a comprar la tercera, "Esmeralda".
Bueno, espero que os haya gustado el capítulo, y que comentéis mucho!!!
Un abrazo,
Paula*

4 comentarios:

  1. Ay mi Joe, pobrecito mío! Si no lo quiere Agathe, pues para mi;) Que lo trataré como un delicado tesoro, xD! Me alegro que hayas publicado:)
    Un beso grande! <3

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  2. Pobre Joe. Él tan mono preocupándose por Agathe... Y la pesada le manda a freír espárragos. Mejor para mí, entonces. Me lo podré quedar yo *risa malvada* *me ahogo* *toso* *paro* Okei, no me lo podré quedar.
    En fin, que gracias por haberme avisado del nuevo capítulo, no me salía en la lista de Blogs -como siempre-.
    Besos, cielo.

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  3. Paaaaaaaaaaaaaaaaaulaaaaaaaaaaa ♥ un premio mezclado, amasado y horneado con mucho mimo (jejeje ;)) para ti en mi blog! :D

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  4. Paulaaaaaaaaaaa! :) Me encanta el capítulo, :) Y YO TAMBIEN ME ESTOY LEYENDO ESMERALDA! :D

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¡Muchas gracias! Cada uno de los comentarios me inspira a la hora de escribir :D